Microplástico fue elegida la palabra de 2018 por la Fundéu BBVA (Fundación del Español Urgente). No se trató de una selección al azar. Para esto toman en cuenta, además del interés lingüístico, “los términos que han estado presentes en mayor o menor medida en la actualidad”.
Afortunadamente, el tema de la contaminación por el uso del plástico, sus consecuencias y el llamado a reducir su uso, no paró de sonar durante el año que apenas acabamos de despedir. Puede parecer cruel, pero son de esas “malas noticias” que se vuelven necesarias difundir. ¿Por qué? El plástico amenaza con destruir la biodiversidad, la economía y la salud del planeta.
Así lo aseguran los diferentes movimientos, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que en su portal de noticias reportan que, para mediados del año pasado, unos mil millones de toneladas de plástico se encontraban esparcidos en todo el mundo y de las cuales, alrededor de 13 millones, son vertidas en los océanos cada año.
La población dominicana pudo comprobar que no se trata de cifras frías, cuando la costa sur del Distrito Nacional quedó inundada por una aterradora marea plástica, que emergió de las aguas del mar Caribe a raíz del paso de la tormenta Beryl en julio de 2018.
Las imágenes que parecían sacadas de una película de Alfred Hitchcock, se compartieron por todas partes: noticieros y periódicos internacionales, e infinidad de veces por las redes sociales.
La basura comprendida principalmente por residuos plásticos, se amontonó sin piedad a la orilla de la playa que bordea el Fuerte San Gil. La “Isla de Plástico”, parecía haber vencido las corrientes del giro que la mantienen atrapadas en el Océano Pacífico, pero la realidad es que el problema de la contaminación ambiental por plástico trasciende.