A los niveles que ha alcanzado el microtráfico, el uso de sustancias controladas y la utilización de ¥polvo de rata¥ y otras fórmulas que provocan serios daños a la salud y mantienen alienados a muchos jóvenes y adultos de Baní, se agrega las facilidades con que reconocidos delincuentes logran su libertad y la complicidad para evitar el escarceo de las autoridades.
Los tentáculos del crimen organizado, el microtráfico, el uso y la negociación de sustancias controladas, parece ganar la batalla en una ciudad que se tenía como ejemplo, y en la que no han faltado las acciones policiales, ni reconocidas voces, denunciando entuertos para frenar este flagelo.
La muerte brutal del coronel Daniel Ramos Álvarez, de 69 años, el pasado 8 de enero al ser sorprendido en el cumplimiento de su deber, ha puesto de relieve que quienes se dedican a estas acciones, desafían lo que sea para lograr su objetivo a un alto precio, para familias, el futuro, la tranquilidad y el país.
La debilidad con que se ejecutan las órdenes de apresamiento y falta de sanciones hubiesen evitado que Rafael Antonio Diaz (Buche), acusado y apresado por este crimen, terminara con la vida del oficial que se sentía comprometido e indignado, pese a la cercanía de su pensión.
Junto a Buche, Gustavo Soto que también operaba por el sector Pueblo Nuevo, con similares rangos dentro del negocio, figura como prófugo y en lo que parecería la guerra entre los Medos y los Persas, Ikita es otro perseguido hace tiempo debido a su protagonismo.
Indigna que la labor de inteligencia, años trabajando y ubicando delincuentes, que luego se burlan de la propia Policía al recobrar su libertad, si es que la perdieron alguna vez, producto de la impunidad y complicidad denunciada en varias ocasiones.
Jesús Peña, hermano de Buche, denunció a raíz de su captura, que la muerte del coronel Ramos se debió a una supuesta componenda de oficiales que le acompañaban con dueños de otros puntos, versión contraria a la dada por las autoridades, en medio del revuelo.
El problema
Según las estadísticas, más del 80 por ciento de los jóvenes de aquí no trabajan, sumado al hecho de que en Punta Catalina el 50% han sido cancelados en los últimos meses, porque se termina su construcción, creando una población joven desesperanzada y tendente a los vicios.
De ahí el auge de lugares como El Zofoque, El Patrón, Tamarindo Launch, Julio Peña, San Miguel y Sport Bar, entre otros que aglutinan el público grueso, mientras la élite banileja opta por Prestige, Sirius y discoteca Higth.
Entre jóvenes ha sido estrepitoso el uso de hookah, con ascendentes estadísticas de sometimientos por uso de sustancias controladas y minando el accionar de las autoridades municipales, a cargo del alcalde Nelson Landestoy, quienes en medio de desorden, no pueden evitar siquiera que algunos establecimientos cierren calles sin permiso.